domingo, 23 de agosto de 2015

Él dijo:


"Es indudablemente un placer y un privilegio para Mí el que se Me permita estrechar sus manos a través del velo, y estoy especialmente agradecido a ustedes por las múltiples vidas que han dedicado al Servicio de la Luz.
Era tras Era, reencarnación tras reencarnación, ustedes han escogido separarse de las masas, enfrentarse el ridículo de la mente externa y unir sus energías para dar a conocer la Vida Superior. 
Era tras Era sus nombres han sido escritos en el Libro de la Vida Eterna. 
Hago la venia ante su luz, y llevo en el radio de alcance de Mi presencia las bendiciones de Sanat Kumara, en cuyo nombre ustedes han escogido presentar a la conciencia de la gente la realidad de la Jerarquía, sin la cual esta Tierra hace rato que hubiera pasado al olvido, los electrones que la componen hubieran sido devueltos al Universo, y las almas que de ella dependen para su existencia hubieran sido apagadas como velas en el viento.
Los lugares bellos, suntuosos y sagrados lo son porque poderosos focos de energía vital se pusieron de manifiesto en esos sitios mediante la oración, la devoción, el servicio; y crearon de esa esencia vital amorfa una pulsación rítmica del Fuego Sagrado, el cual tiene, dentro de sí, un poder místico que atrae las almas de los hombres, de manera que, bañado dentro de ese Fuego Sagrado, el sustento de los centros espirituales del alma puede exteriorizar más rápidamente la Maestría Divina.
Durante el período de la gran cultura Atlante el poderoso Arcángel Zadkiel enfocó el Fuego de Invocación y los hombres y mujeres, poniendo de manifiesto ese Fuego Sagrado, pudieron utilizar el poder de la alquimia divina para cambiar la cualidad de la energía vital de sombra a luz, de enfermedad a armonía, y de depresión a felicidad. 



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