El Norte y el Sur.
Arriba y Abajo.
Lo positivo y lo negativo.
El día y la noche.
Lo tenue y lo denso.
Lo bello y lo feo.
Lo bueno y lo malo.
La luz y la oscuridad.
La salud y la enfermedad.
La vida y la muerte.
La Primavera y el Otoño.
El calor y el frío.
La fortaleza y la debilidad.
Lo rápido y lo lento.
Lo comprensible y lo incomprensible.
El amor y el odio.
La sabiduría y la ignorancia.
Esta dualidad es también propia del pensamiento asiático, al que los nativos americanos están ligados.
En la cosmovisión andina se hace referencia a un tiempo oscuro (edad de la muerte o del silencio), que es seguida por el Nacimiento del Sol, o reaparición del Sol, tal vez después de 300 años de nublado u oscuridad.
La humanidad no podía comportarse como tal en tiempos de hambre y carestía, pero al nacer nuevamente el Sol y volver la prosperidad de los frutos, protegidos por la bonanza y generosidad de la Pachamama, el humano volvió a ser tal. Y se abrió a sus sentidos una naturaleza plena y vigorosa. Renació el alma del humano y el alma de todas las cosas.
Los antepasados que presenciaron esta transformación la han comunicado oralmente para que las nuevas generaciones aprecien y protejan tan grande don.
Así, los Mallkus, Achachilas y Tatas son los espíritus benéficos de los antepasados que velan porque el orden y la organización sean preservados y servidos.
Los Espíritus de los antepasados protegen a los ayllus y son fecundadores de la Pachamama.
Los grandes cerros y picos nevados traen por sus grietas agua a la tierra, son Espíritus que unen la tierra con el cielo.
En este espacio mítico religioso andino se destaca una dualidad entre lo bueno y lo malo, limitada por un horizonte que penetra en la tierra hasta donde se enraizan las plantas; por debajo de esto habita el mal, la Ukupacha,la profundidad de la tierra.
Se puede ver claramente este dualismo si tomamos como división media la Pachamama, tierra fecunda y sana que se inicia desde la penetración del arado Caypacha hasta el cosmos Hanampacha y por debajo de esta línea imaginaria, "el infierno", donde habitan los seres malévolos de la Ukupacha. Este dualismo está presente en el día y la noche. Para el mundo andino, el Sol se entra a la Ukupacha al atardecer y retorna a Hanampacha en la madrugada. Esta relación trae consigo una fuerte carga mística, ya que la pérdida de la luz del Sol en la noche o en cuevas o minas, simboliza estar dentro de la Ukupacha o sea, en contacto con los seres del mal que equilibran la vida, ya que ellos son parte de esta dualidad y tienen los mismos derechos que los otros "dioses", razón ésta que hace que tomen un papel importante los rituales en cuevas, como los realizados por los Incas en las "chincanas" cuevas o cavidades dentro la tierra.
En las cuevas ellos ofrecían sacrificios y sahumerios para satisfacer a los seres del mal que equilibraban la vida en la tierra. Por parte se traduce esta dualidad en la relación masculina y femenina que surge cuando los Mallkus o Achachilas progenitores de los ayllus hacen correr agua desde sus lagunas y deshielos por sus manantiales para fecundar la Pachamama (Madre Tierra) y se traduce en la germinación y brotes, nacimiento de los animales y plantas así como el bienestar familiar. Por esta razón es que en las alturas se encuentran las Apachetas y Huacas que actúan como exorcisadores de los males y del cansancio, identificando así nuevamente las partes altas con lo positivo y las partes bajas o profundas con lo negativo.
Este aspecto dual se lo percibe en el espacio político Inca donde la terminología Hanansaya y Urinsaya, posee un significado de arriba y abajo siendo Hanansaya (lo de arriba o primer grado de la nobleza) y Urinsaya (lo de abajo "gente común"), aunque no se encuentra una división entre positivo y negativo, aparece un significado de más o mejor y menos o peor como también se puede percibir en la terminología Inca lo alto significando masculino y lo bajo significando femenino como se observa en las designaciones de Orcosuyu y Umasuyu.
En el espacio doméstico también se presenta esta dualidad entre el bien y el mal. En cada esquina de la casa (rectangular o cuadrangular) habitan los seres opuestos. Por esta razón, los miércoles especialmente el de carnaval, se ofrendan incienso, dulce y alcohol en las cuatro esquinas, ya que no se diferencian entre el agradecimiento a lo bueno entre los seres positivos y a lo malo entre los seres negativos que habitan alguna esquina de la casa.
La diablada, mito y realidad, es la lucha constante entre los seres del Ucupacha y Caypacha para mantener el equilibrio en el cosmos, una simbiosis de rituales andinos que invocan el mito ancestral.
BIBLIOGRAFIA
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